domingo, 7 de septiembre de 2014

Cómo dar masajes relajantes


¿A quién no le gusta un buen masaje en la espalda?

Seguro que no debe haber casi nadie que no sepa apreciar este gesto de cariño por parte de alguien, o que no haya decidido ir alguna vez a un masajista. Saber dar masajes relajantes es muy importante, ya que son fáciles de hacer y pueden aliviar muchos dolores y contracturas. ¿Quieres aprender a hacerlos?

Cómo preparar el ambiente para dar un masaje
No solo es importante el masaje relajante en sí, sino también el ambiente donde lo hacemos. La persona a la que se lo vamos a hacer debe estar relajada y sentirse cómoda, por lo que, a pesar de que tendrá que quitarse parte de la ropa, siempre debemos hacerlo de forma tal que no se sienta incómoda. Puedes darle una toalla para que se envuelva, decirle que se cambie en otro sitio y luego quitarla una vez ya está acostada la persona. El masaje puedes hacerlo en una cama de masajes -si tienes-, un sofá, la mesa del comedor con algún tipo de colchón que genere una superficie blanda, o incluso la cama. Elige el lugar que creas más conveniente y esté acorde a tus posibilidades. Genera un entorno agradable: la habitación no debe estar muy fría, pon algo de música relajante y luces tenues. Haz sentir a la persona cómoda: hazle saber cuándo vas a empezar con el masaje, que se sienta tranquila de decirte que algo le duele o le resulta poco confortable.

Primero que nada, pon un poco de aceite para masajes en tus manos y frota para calentarlo. Esparce el aceite por toda la espalda, intenta que no sea una capa muy gruesa, si necesitas más ya podrás volver a añadir.

Comenzar con la parte baja de la espalda: poner una mano encima de la otra, con la palma extendida. Haz movimientos circulares pequeños dos o tres veces en cada zona, moviéndote más arriba. Otro movimiento de masaje relajante que podemos hacer es poniendo la mano en forma de L, y luego masajeando con la mano así, de forma que vayamos ejerciendo algo de presión con los dedos. Al terminar el movimiento levantar levemente la muñeca para hacer presión sobre el músculo. Haz movimientos apoyando los nudillos, repite dos o tres veces evitando la parte baja de la espalda, y lógicamente también la columna vertebral. Dale especial importancia al músculo trapecio.
Utilizar el dedo pulgar para hacer movimientos ascendentes en la zona entre el omóplato y la columna vertebral, no es necesario hacer mucha presión. Luego, haz movimientos amplios y rápidos por toda la espalda con la palma de la mano completa, y luego con los dedos bien abiertos.

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